Mariela Seleson es Licenciada en Ciencias de la Computación de Exactas-UBA. Actualmente es Team Leader Manager de Intel en Haifa (Israel), donde es responsable del equipo de validación cruzada y concurrente del sistema de Ethernet IPU. Trabaja hace más de 20 años en la compañía y ha ocupado diferentes puestos de infraestructura en el centro de desarrollo y fabricación.
En esta entrevista con Conectados, Mariela nos comenta cómo fue su experiencia de estudiar Computación en Exactas, la decisión de emigrar a Israel y su destacado trabajo en la industria de alta tecnología.
¿Por qué decidiste estudiar Computación?
En mi caso venía de una escuela técnica que fue la ORT. Estudié computación en la secundaria y me gustaba mucho, la verdad que también me gustaban las matemáticas. Entonces cuando tuve que elegir una carrera después era casi obvio que iba a seguir computación y cuando tenía que decidirme, dónde hacerlo. Escuché que la Facultad de Ciencias Exactas era muy buena, uno de los mejores lugares para estudiar esta carrera. Y cuando comencé ya sabía programar.
¿Cómo te resultó la experiencia de estudiar en Exactas?
Estudiar en Exactas significó una de las mejores etapas de mi vida que recuerdo, la verdad que lo pasé muy bien en la carrera, porque el ambiente de la facu ayudó muchísimo: la gente tiene muy buena onda, es solidaria, al menos en mi caso nos ayudamos unos a los otros con los prácticos. Y siempre formábamos grupos de estudio para los exámenes y también de ahí me llevé muy buenos amigos que hasta el día de hoy estamos en contacto, a pesar de que no estoy allá en Argentina seguimos en contacto. A nivel académico fueron muy interesantes todas las materias, no fueron fáciles los exámenes, pero con el tiempo me di cuenta que la carrera me dio una base muy sólida para el futuro. Y también destaco que el horario de cursada me permitió trabajar durante la carrera.
¿Alguna materia o profe que recuerdes más?
En general todos los de los del área de Algoritmos empezando por Algoritmos 1, donde estaba Rosita Wachenchauzer, quien nos enseñó una técnica de programación que me pareció media rara al principio, pero después me dio una muy buena base para el resto de la carrera. Durante mi Tesis de Licenciatura me dirigió Esteban Feuerstein, que sigue estando como profe en la carrera, fue muy interesante trabajar con él, un genio. Mi tesis se basó sobre algoritmos online que corrían múltiples procesos y tenían que tomar decisiones en tiempo real. Me recibí en 1999 y en esos años todavía no se hablaba tanto de geolocalización, sin embargo mi investigación era sobre algoritmos que tenían que decidir cómo llevar objetos de un lugar a otro, teniendo en cuenta distintos inputs y variaciones, cuál era el mejor recorrido (más corto y más rápido) y cómo optimizarlo (algo que hoy está naturalizado con Google Maps por ejemplo).
Y en ese momento, ¿eran pocas mujeres en las aulas?
Sí, éramos pocas mujeres, la mayoría eran hombres pero yo estaba acostumbrada porque venía de una escuela técnica donde ya se veía ese fenómeno, que es común a las escuelas técnicas en general. No sé allá en Argentina, pero acá en Israel se está tratando de cambiar con políticas concretas, que más mujeres lleguen a carreras eminentemente técnicas, sobre todo en computación y electrónica.
¿Cómo fue la decisión de irte a vivir a Israel?
Mientras cursaba la carrera hice un viaje de turismo a Israel y cuando pasé por Haifa -donde vivo actualmente con mi familia- vi donde se encuentra una zona que nuclea a todas las empresas de alta tecnología, y ya desde hace un tiempo es un centro de innovación mundial junto a otras áreas en Israel. Israel es reconocido como un país de startups y empresas líderes. Cuando miré el logo de Intel, dije “acá quiero trabajar yo”, era mi sueño, pero recién estaba al principio de la carrera, así que pensé que nunca se iba a cumplir.
Por otro lado, mi hermano vino a vivir a Israel antes que yo y me pudo dar un panorama de cómo era vivir acá. Cuando terminé la carrera justo se presentó una oportunidad laboral en Intel Haifa y realmente era mi oportunidad de venirme para acá. Apenas terminé la tesis la presenté y al mes ya me vine.
Por otro lado, en esa época en Argentina en general no había empresas de alta tecnología, eran más que nada de software o sistemas para bancos pero no empresas de alta tecnología como había acá, entonces la verdad que no perdía nada con probar, si no funcionaba me volvía, y al final me quedé. Cuando me entrevistaron me di cuenta de que todo lo que estudié en la carrera de Computación era y es muy valorado; no me lo hicieron más fácil por venir de Argentina, fue como a cualquier persona que entra a trabajar en la empresa. Realmente destaco esto porque no hay diferencias importantes con los profesionales que estudiaron acá en Israel, o en otras partes del mundo, entonces no fue difícil adaptarme al puesto y a la empresa.
Incluso se sabe que Israel es uno de los países líderes en desarrollo científico y tecnológico, y hay muchísimos artículos científicos que leemos diariamente que vienen de allí. Claramente el país se convirtió en una usina de conocimiento.
Sí, de hecho a Israel hoy la llaman “The Startup Nation”, la nación de las startups, definición extraída del best seller de Senor y Singer, dos autores estadounidenses que bautizaron este momento excepcional del país.
Acá la gente es muy trabajadora. Se trabajan muchas horas y en una familia tipo trabajan tanto hombres como mujeres. Y en Haifa, en general en las empresas de Hi-Tech está muy presente esta cultura del trabajo. Las grandes empresas americanas, como Intel, Microsoft o Google, también tienen su sede acá y hay muchas startups con profesionales que estudiaron electrónica o computación en Israel. Claramente la Hi-Tech es una de las ramas más cotizadas de la industria.
Quería preguntarte sobre tu trabajo en Intel, ¿cómo es tu trabajo actual, las rutinas diarias y cómo fuiste creciendo profesionalmente en los diferentes puestos que ocupaste?
Intel tiene un centro de desarrollo en Haifa, Israel. Como sabrás, en todo el mundo tiene centros de desarrollo y fábricas. En las fábricas se hacen todos los componentes desde los chips hasta el silicio, mientras que en los centros de desarrollo se hace todo el diseño, desde la arquitectura hasta la validación. Nuestro centro posee varios edificios, ya que es una de las empresas privadas más grandes del país. Al llegar a la compañía inicialmente trabajé en el equipo de CPU, de procesadores.
Es importante mencionar que acá en Intel se hace todo el proceso desde cero, desde definir la arquitectura del producto hasta la validación posterior a su fabricación. Este proceso está separado en cada grupo técnico: arquitectura, diseño y validación. Mis primeras tareas en el área de la CPU se centraron en la validación en la fábrica, con tests concretos que se corren en la fábrica cuando se crea el producto y luego se valida el sistema. Estuve varios años en esa área.
Un desafío adicional es que tuve que aprender el idioma, porque acá se habla hebreo, aunque dentro de la empresa todos los mails y comunicaciones son en inglés. Entre los equipos y compañeros de trabajo obviamente se habla hebreo, y hay también muchas reuniones a distancia con Estados Unidos en inglés. Al principio fue un poco difícil, adaptarse a eso y al ritmo de trabajo. En cuanto al horario se trabaja desde las 8 de la mañana hasta el horario oficial que sería las 5 de la tarde, pero siempre uno se queda hasta más tarde en reuniones o para completar alguna tarea.
Luego fui creciendo en la empresa, roté al área de validación del diseño y tuve un grupo pequeño a cargo. En ese grupo se escriben los tests de los productos y se corren antes de que el diseño se mande a la fábrica. También cuando uno hace validación tiene que trabajar en permanente contacto con el grupo que hace la arquitectura y con el grupo que se ocupa del diseño. Todo ello implica que tenés que interactuar mucho y conocer bien el diseño del producto para poder escribir los tests.
Y en la última área que coordino ahora, y tengo a cargo un grupo de diez personas, es el área donde se desarrollan los procesadores que se destinan a los datacenters, un sector que está creciendo exponencialmente en estos momentos, porque todo el tráfico y los almacenamientos de la nube son esenciales para trabajar con mucho volumen de información y este procesador viene a hacer más eficiente toda esa tarea. La idea es mejorar la performance del datacenter. Nuestra tarea consiste en system validation, es decir validación del sistema, el producto en un sistema concreto. Después de que se fabrica el procesador lo situamos en un ambiente parecido a cómo va a trabajar el procesador en el datacenter y hacemos test mucho más globales. No sólo validamos el procesador en sí, sino cómo funciona en un ambiente real con el software en el que va a correr. La validación completa la hacen diferentes grupos de la compañía, no sólo nosotros. Es un trabajo muy interesante y complejo a la vez.
¿Cómo son los grupos y las culturas de trabajo en la empresa?
Israel en sí es un país de mucha inmigración, hay mucha gente de distintos países como Rusia, Ucrania, Francia y distintas ciudades de Estados Unidos. Mucha gente viene a vivir acá a Israel. Entonces, de por sí, los grupos son multiculturales. Pero si volvemos al tema de porcentaje de mujeres y hombres, todavía el porcentaje de mujeres es pequeño en estas empresas. Aun así se está tratando de que sea más igualitario; también desde la academia y desde la secundaria se fomenta que más mujeres se sumen al rubro científico-tecnológico.
Intel da muchos beneficios para las mujeres que trabajan en la empresa, aquellas que tienen familia y sí o sí tienen que atender a sus hijos, o más tiempo de licencia por maternidad. De hecho, a mí me dio muchos beneficios sumado a la posibilidad de trabajar remoto algunos días de la semana. Además se fomenta que los y las estudiantes terminen la carrera y se apoya la formación académica.
¿Cuál consideras que es el mayor desafío que tiene la industria actualmente?
En general todas las empresas de tecnología tienen que evaluar cómo empezar a usar todo lo que sea la inteligencia artificial y machine learning. Esto en verdad está revolucionando el mundo, es un fenómeno que empezó de a poco, pero ya lo vemos en muchos ámbitos. Pensar en cómo usar IA para el bien, para transformar las cosas y mejorar las sociedades, usarla de forma correcta y ética.
Es un desafío grande en todas las áreas. No sé en Argentina, pero acá en las escuelas se está planteando el tema de que los chicos usan ChatGPT para hacer los trabajos, esto de copiar y pegar, y también en el área de la programación. Mucha gente empezó a usar ChatGPT para escribir los algoritmos o escribir las funciones del código y hay que ver una forma de cómo lograr que no se pierda la capacidad humana de escribir esos algoritmos. Porque si todo se va a basar en esa automatización, se va a perder el conocimiento y la creatividad humana.
Por último, ¿extrañas la Argentina?
Siempre extraño Argentina, muchísimo, pero más que nada a la gente, los amigos que tengo allá. Hace mucho que no voy, la última vez que fuimos fue en el 2018. El tema es que es un viaje largo y no se puede ir solamente por una semana. Mi esposo es argentino pero lo conocí acá en Israel, donde también hay muchos argentinos. Tengo tres nenas y si tengo que ir a Argentina con toda mi familia, ya somos cinco, así que realmente es complicado viajar seguido para allá pero en algún momento volveremos a ir.