El 25 de noviembre la Fundación Sadosky y Fundar presentaron conjuntamente los resultados de sus investigaciones recientes sobre el ecosistema de software en Argentina. El encuentro, que se desarrolló en la Fundación Telefónica, se propuso indagar sobre las brechas de género y empleo en la industria de software, partiendo de cuál es el rol actual predominante de las mujeres en la industria del software hasta cómo se explica el abandono temprano en las carreras informáticas.

¿Cómo lograr el desarrollo inclusivo y diverso en el mercado laboral de software? Esta fue una de las preguntas claves que artículo un importante encuentro, donde la Fundación Sadosky y Fundar se unieron para reflexionar sobre los desafíos del sector de software en Argentina y proponer acciones para construir un sector tecnológico más inclusivo y equitativo.

La Fundación Dr. Manuel Sadosky es una institución público-privada que abrió sus puertas en 2011, cuyo objetivo es favorecer la articulación entre el sistema científico y tecnológico y la estructura productiva en todo lo referido a la temática de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). En tanto que Fundar, nacida en 2020, es una organización dedicada al estudio, la investigación y el diseño de políticas públicas con foco en el desarrollo de una Argentina sustentable e inclusiva.

Recientemente descubrimos que estábamos pensando los mismos problemas que la Fundación Sadosky, con quien tenemos una relación óptima y hermanada incluso antes de que Fundar existiera”, afirma María de las Nieves Puglia, Directora de Géneros de Fundar. Estos problemas tienen que ver, fundamentalmente, con cómo derribar mitos: “Hoy es 25N, el 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Se inician los dieciséis días de activismo por la denuncia de violencia contra las mujeres, por lo que me resulta muy apropiado iniciarlos con este conjunto de estudios que no sólo se preguntan efectivamente por las mujeres, cuál es el rol que ejercen en el sector de software, sino que se preguntan qué es lo que se puede hacer para mejorar un sector estratégico para el país, que no puede prescindir del 51% de la población, no puede prescindir de una gota de talento”. En este sentido, la investigadora de Fundar aclaró que la pregunta es no sólo cómo mejorar las inserciones, sino también cómo hacer esas trayectorias más sostenibles.

“Este es un tema que nos interesa muchísimo y teníamos pendiente llevarlo a cabo con Fundar. La pregunta que inicialmente nos atraviesa es por qué tantos chicos, y en particular tantas chicas, no eligen el sector al que algunos de nosotros amamos que es la Informática”, comenta Fernando Schapachnik, Director Ejecutivo de la Fundación Sadosky y profesor del Departamento de Computación (DC) de Exactas-UBA.

Schapachnik aclara que en el año 2013 la Fundación Sadosky realizó el primer estudio sobre la baja presencia femenina en informática, donde se entrevistó a 627 adolescentes del conurbano bonaerense para conocer las representaciones acerca de la Informática que tienen ambos sexos y comparar los resultados entre sí. “La verdad que fue muy revelador ese estudio, a partir de ese momento por suerte este tema fue proliferando no sólo desde la Fundación Sadosky sino que otras instituciones colegas también fueron abordándolo, incluso con ideas propias, y surgieron agrupaciones de mujeres en tecnología”, explica Schapachnik. Y complementa, “quiero aprovechar este evento para reinvindicar la importancia de la universidad pública para la formación de los argentinos y las argentinas y en particular la importancia crucial que tiene para el sector de software. Es un valor que con este estudio le podemos dar una entidad clara y, en un país donde muchas cosas no funcionan, es imprescindible resaltar que la universidad pública sigue funcionando desde hace cientos de años”, concluye.

El panel para presentar los resultados tuvo la participación destacada de Mara Borchardt (Directora de la Iniciativa Program.AR de la Fundación Sadosky), Verónica Marino (Investigadora de la Fundación Sadosky), Juan Martín Agoitia (Investigador de Géneros de Fundar) y Paula Luvini (Investigadora de Datos de Fundar) y contó con la moderación de Irina Sternik.

El enlace estratégico entre la educación universitaria en informática y dinámica de la industria de software

El informe de la Fundación Sadosky, basado en datos de diversas fuentes, analiza cómo las carreras de informática en el sistema universitario interactúan con la industria del software. Los hallazgos presentan un panorama complejo que desafía ideas preconcebidas sobre la relación entre educación, abandono académico y el atractivo mercado laboral del sector tecnológico. Cabe destacar que la riqueza en la variedad de datos ha enriquecido el análisis y ha permitido una comprensión más amplia y detallada de los fenómenos estudiados.

Uno de los puntos más llamativos del estudio es que más del 60% de los abandonos en carreras de informática ocurren durante los primeros años de formación, cuando la mayoría de las y los estudiantes aún no han ingresado al mercado laboral del sector. Esto sugiere que las causas del abandono no se limitan únicamente a la atracción que generan los altos salarios o las condiciones laborales favorables en la industria del software. En contraste, en los últimos años de la carrera, más del 40% de los estudiantes trabajan en la industria del software, un dato que subraya la creciente demanda de perfiles con formación académica avanzada. Además, la investigación muestra que las personas egresadas tienen una mayor representación en ocupaciones informáticas, indicando que completar los estudios universitarios sigue siendo un factor clave para acceder a mejores oportunidades laborales.

Según los datos examinados sobre la situación laboral de estudiantes, al inicio de la carrera, alrededor del 33% trabaja, cifra que crece significativamente a un 77% en los últimos años. Entre aquellos empleados, en el primer año las ocupaciones no informáticas parecen ser predominantes, mientras que las ocupaciones informáticas, en general, empiezan a crecer con el avance académico, siendo las de la industria del software las que aumentan significativamente más rápido que otras. Inicialmente, 2 de cada 3 estudiantes empleados están en ocupaciones no informáticas. Sin embargo, este porcentaje disminuye a aproximadamente 1 de cada 10 para aquellos en 4to y 5to año. En el ámbito de las ocupaciones informáticas, al principio no hay diferencias notables entre las que se realizan dentro y fuera de la industria del software (5% y 6%). A medida que avanza la carrera, ambas categorías crecen, pero las inserciones en la industria del software lo hacen a un ritmo más acelerado. En 4to y 5to año, casi dos tercios de las inserciones en ocupaciones informáticas corresponden a esta industria.

Tal como señala Mara Borchadt, Directora de Program.AR: “Los desafíos identificados en este estudio invitan a repensar cómo ambos sectores pueden colaborar para crear espacios de trabajo conjunto que permitan una inserción más eficiente de las y los estudiantes al mundo laboral y que aseguren su terminalidad educativa, contribuyendo así a la construcción de un ecosistema tecnológico más robusto y sostenible”. En definitiva, este estudio arroja algo de luz sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta el ecosistema tecnológico en Argentina. La conexión vital entre la academia y la industria no sólo es deseable, sino necesaria.

Trayectorias laborales femeninas en el sector de software

El sector de software y servicios informáticos de Argentina es sumamente dinámico. Exporta USD 2400 millones anuales, ubicándose en sexto lugar, sólo por detrás de complejos tradicionales, como el sojero, cerealero o petrolero. Emplea a más de 140.000 trabajadores registrados y paga salarios en promedio un 86% superiores a la media del sector privado. Pero el disfrute de este dinamismo no es equitativo. Las mujeres representan poco más del 30% de los puestos de trabajo, cifra que se mantuvo prácticamente invariable en las últimas dos décadas.

El sector no nació masculinizado. Las mujeres fueron pioneras en el desarrollo de la informática y el trabajo no requiere atributos tradicionalmente masculinos, como la fuerza física. Sin embargo, persisten barreras que segregan a las mujeres en roles de menor demanda y remuneración, como áreas funcionales, mientras que los varones dominan los roles técnicos de mayor dinamismo y prestigio.

Abordar esta disparidad no sólo beneficiaría a las mujeres, sino que también permitiría apalancar la competitividad del sector mediante equipos de trabajo diversos. Para hacerlo, es necesario entender las dinámicas de segregación que configuran ocupaciones “masculinas” y “femeninas” en el sector y que implican oportunidades de participación, crecimiento y bienestar que están desigualmente distribuidas.

En este contexto, el informe de Fundar analiza las diferentes brechas de género en el ecosistema de software.

La modesta participación femenina en el software no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, ni es único del sector. El porcentaje de mujeres en esta industria es cercana al promedio del empleo privado, por encima de industrias históricamente masculinizadas, como la minería.

Sin embargo, si miramos su evolución en el tiempo, el nivel de participación femenina en el sector se mantuvo constante desde 1996. Este estancamiento contrasta con la evolución del empleo privado en general, que aumentó 6 puntos porcentuales en los últimos 25 años. Y es llamativo si tenemos en cuenta la fuerte expansión tras la sanción de la Ley de Promoción de la Industria del Software en 2004.

A pesar del despegue y dinamismo que ha demostrado el sector, hace décadas que las mujeres ocupan solo 3 de cada 10 puestos de trabajo registrados. Una cadena de segregaciones afecta las trayectorias de las mujeres en la producción de software, limitando su acceso a salarios más altos, sus posibilidades de avance y permanencia dentro de la industria. Este encadenamiento comienza en la infancia, sigue en la universidad, se refleja en los diferentes puestos que ocupan al ingresar al sector y se profundiza a lo largo de la vida profesional.

Los perfiles femeninos y masculinos se insertan asimétricamente en la estructura ocupacional. Ellas se concentran en actividades administrativas y ellos en actividades de desarrollo de software, que son más demandadas, mejor remuneradas y de mayor estatus. Esto configura ocupaciones “masculinas” y “femeninas” que dan lugar a una división estereotipada del trabajo al interior del sector. A su vez, la acumulación de varones en roles técnicos mejor remunerados alimenta la brecha salarial de género, que se ubica en el 20%. Una cifra equivalente al promedio del sector privado, aunque llamativamente más amplia que la de otras áreas históricamente masculinizadas, como la industria (12%) o la minería (18%).

Las mujeres reportan un menor nivel de habilidades y herramientas informáticas y un mayor rango de habilidades “blandas”. Esto explica por qué, a pesar de tener más calificaciones (en cantidad y años de experiencia educativa), su participación se reduce en el núcleo del desarrollo más técnico (núcleo “duro” de la producción). La dotación más numerosa y amplia de competencias “blandas” fortalece la empleabilidad de las mujeres, pero las enquista en ocupaciones “femeninas” (Calidad, Análisis, Diseño y Gestión). Su dominio, en general, más acotado de herramientas informáticas limita su capacidad de ocupar puestos técnicos intensivos en programación.

Además, como vimos, las mujeres son pocas entre quienes cursan carreras informáticas. Si bien la titulación no es excluyente para acceder al sector, el menor nivel de educación informática supone barreras para la construcción de seniority, encarar transiciones laborales, participar en proyectos de alta complejidad o protegerse de la velocidad en los cambios tecnológicos.

En cuanto a la movilidad laboral, si miramos qué tan rápido cambian de trabajo los y las trabajadoras del sector, vemos que el ritmo no es diferente entre mujeres y varones: en promedio 6 puestos cada 10 años. La cosa cambia cuando nos enfocamos en las ocupaciones. Los puestos más dinámicos tienden a encontrarse en las actividades técnicas de Desarrollo y Datos, que son a la vez las más masculinizadas.

El crecimiento en el sector está motorizado por la acumulación de experiencia, la visibilidad profesional y el conocimiento sobre modelos de negocio o productos específicos, todos atributos en los que los varones están mejor posicionados. La desigual participación en los procesos productivos ofrece mayores oportunidades de movilidad a los perfiles masculinos que a los femeninos.

La movilidad de las mujeres se da desde sectores y saberes no informáticos. Las trayectorias femeninas son menos lineales. Para ingresar al sector, ellas son capaces de capitalizar su formación en disciplinas orientadas al arte, las letras, la comunicación, la investigación y el diseño. Pero, la misma movilidad que admite el salto hacia la producción de software, también afianza su inserción y mayor participación en roles funcionales, más estáticos.

Algunas recomendaciones del informe de Fundar para acortar la brecha de género en el sector del software

1) Desarrollar una hoja de ruta sectorial hacia la equidad

Se trata de desandar las segregaciones de género requiere construir un horizonte común de trabajo y fortalecer compromisos, capacidades y mecanismos de cooperación con la participación efectiva de los actores. 

2) Transversalizar la perspectiva de género en las políticas de desarrollo productivo orientadas al sector de software

En este aspecto, la investigación en curso propone incorporar la perspectiva de género en todas las políticas y prácticas que guían el crecimiento del sector. Esto implica asegurarse de que las decisiones, programas y recursos destinados a la industria consideren y respondan a las necesidades y desafíos específicos que enfrentan mujeres y diversidades.

3) Formar nuevos perfiles femeninos y fortalecer los perfiles ya insertos en el sector

Por último, la idea es tanto atraer a más mujeres a la industria, sobre todo en roles técnicos demandados y bien remunerados, como también potenciar las trayectorias de aquellas que ya trabajan en sus procesos productivos. Esto podría lograrse a través de la creación de programas de capacitación y certificación técnica destinados a mujeres en habilidades clave, estimular vocaciones informáticas en mujeres y asegurar su participación temprana en STEM, apoyar la reconversión y especialización técnica de trabajadoras del sector y establecer redes de mentoría, apoyo profesional e intermediación laboral para compartir experiencias, fortalecer habilidades de liderazgo y recibir orientación profesional. 

Fuentes principales de la nota: Fundación Sadosky, Program.AR y Fundar.

De izquierda a derecha: Fernando Schapachnik, Mara Borchardt, Juan Martín Agoitia, Irina Sternik, Paula Luvini, María de las Nieves Puglia y Verónica Marino.